LA “CUESTIÓN
SOCRÁTICA”
por
Peredur
La
negativa de Sócrates a dejar nada escrito y la divergencia de las fuentes.
La
vida de Sócrates, el ilustre filósofo y ciudadano ateniense que por respeto a
las leyes de su propia ciudad ─Atenas─ aceptó impasible ser condenado a muerte,
es hoy objeto de fama mundial gracias a que su principal discípulo ─Platón─
hizo de él el protagonista de la gran mayoría de sus diálogos. Ahora bien,
¿hasta qué punto el Sócrates que Platón nos presenta en sus escritos
corresponde con el Sócrates histórico? Ciertamente, Sócrates nada dejó escrito,
lo cual supone un problema a la hora de reconstruir su personalidad y su
pensamiento. Por otro lado, Platón no fue el único de sus contemporáneos que
escribió acerca de él. También lo hicieron Jenofonte ─otro de sus discípulos─ y
el comediógrafo Aristófanes, y éstos no siempre lo describen de igual manera
que Platón. Por todo ello, para reconstruir la personalidad y el pensamiento
del Sócrates histórico se hace absolutamente necesario comparar entre sí las
opiniones de sus contemporáneos y éstas con las de Aristóteles, el cual, por no
haberle conocido personalmente, y a pesar de ello, parece reproducir el
pensamiento de Sócrates con mayor neutralidad.
Una
breve biografía.
Sócrates
nació en Átenas en el año 470 a.C. De su padre, escultor de profesión, heredó
un pequeño patrimonio económico que le permitió, sin lujos ni excesos, poder dedicarse por entero a la filosofía; mientras que de su madre ─como le
hace decir Platón en sus diálogos─ heredó su habilidad para “hacer parir” los conceptos
o, según Platón, las Ideas. Uno de los rasgos más destacables de Sócrates fue
la fidelidad que siempre mostró hacia su ciudad, Atenas. De ésta apenas se ausentó
para viajar al extranjero y cuando lo hizo fue para combatir por tres veces
como hoplita ateniense en diversas campañas de la Guerra del Peloponeso. Su
respeto hacia las leyes de Atenas le llevó en varias ocasiones a ganarse la
enemistad de sus conciudadanos poniendo en peligro su propia vida. De hecho,
tras ser acusado injustamente de asébeia ─esto es, de introducir nuevos
dioses en la ciudad─ y de corromper a la juventud con enseñanzas subversivas,
fue condenado a muerte en el año 399 a.C. De haberlo deseado, Sócrates podría
haber solicitado el destierro como condena alternativa, pero su respeto hacia
la legalidad le impidió hacerlo, y así, a pesar de que sus discípulos se
ofrecieron para trasladarlo a escondidas fuera de la ciudad, él se negó a todo
ello y aceptó beber la cicuta como tributo por haber intentado hacer de los
atenienses mejores ciudadanos.
Sócrates (470-399 a.C.)
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