GORGIAS Y LA
RETÓRICA: EL ARTE SOFÍSTICO DE LA PERSUASIÓN
por
Peredur
De la verdad y lo verdadero
a la verosimilitud y lo verosímil.
El subjetivismo cognoscitivo
y el relativismo ético, político y cultural llevaron a los sofistas a negar la
posibilidad de alcanzar ninguna verdad o certeza absolutas. Por ello, en
ausencia de verdades universales, los sofistas vieron en la verosimilitud y en
lo verosímil los fundamentos para distinguir lo más conveniente de lo menos
conveniente. Sin embargo, lo verosímil no es como lo verdadero, es decir, no parece
evidente por sí mismo. De ahí la necesidad de la retórica como instrumento para
persuadir sobre su conveniencia.
Gorgias y el poder de la
palabra.
Sin lugar a dudas, Gorgias
es el sofista que mejor supo comprender el poder de la palabra como instrumento
de manipulación y de persuasión capaz de convertir, como dice Aristófanes en su
comedia Las Nubes, el argumento débil en el argumento más fuerte. En su Encomio
de Helena el de Leontinos atribuye a la palabra una fuerza de persuasión
más eficaz incluso que la que consigue la violencia física, pues ésta tan sólo
impone, mientras que aquélla logra la convicción personal de quien escucha:
«La palabra es un poderoso soberano que, con un cuerpo pequeñísimo y completamente invisible, lleva a cabo obras sumamente divinas. Puede, por ejemplo, acabar con el miedo, desterrar la aflicción, producir la alegría o intensificar la compasión. [...] Pues la palabra que persuade al alma obliga, precisamente a esta alma a la que persuade, a dejarse convencer por lo que se dice y a aprobar lo que se hace. [...] Un solo discurso deleita y convence a una multitud, si está escrito con arte, aunque no sea dicho con verdad. [...] La misma relación guarda el poder de la palabra con respecto a la disposición del alma que la prescripción de fármacos respecto a la naturaleza del cuerpo. Pues, al igual que unos fármacos extraen unos humores del cuerpo y otros, otros; y así como algunos de ellos ponen fin a la enfermedad y otros, en cambio, a la vida, así también las palabras producen unas, aflicción; otras, placer; otras, miedo; otras predisponen a la audacia a aquellos que las oyen, en tanto otras envenenan y embrujan sus almas por medio de una persuasión maligna»; Gorgias, Encomio de Helena, 8-14.