LA INFLUENCIA PLATÓNICA EN EL PENSAMIENTO DE ARISTÓTELES Y LAS
OBJECIONES DE ÉSTE A LA TEORÍA DE LAS IDEAS
por
Peredur
Aristóteles conocía sobradamente la filosofía que se había realizado con anterioridad a su época. De hecho, a él se debe la primera recopilación de las teorías filosóficas precedentes. Es de suponer, por lo tanto, que este contacto con el pensamiento de otros autores terminara por influir de algún modo en el suyo propio. Así, por ejemplo, es destacable en su obra la influencia de la teoría de Empédocles de las cuatro raíces o elementos (tierra, agua, aire y fuego), a partir de los cuales explica Aristóteles la constitución física del mundo sublunar. En todo caso, la influencia decisiva, aquella que se encuentra en la base del pensamiento aristotélico y frente a la cual reacciona, no es otra, cómo no, que la de su maestro Platón, de cuyo pensamiento asume y critica aspectos esenciales.
Coincidencias
con la filosofía de Platón.
Las
principales coincidencias entre maestro y discípulo pueden reducirse a tres: a)
la concepción del conocimiento científico como conocimiento de lo universal; b)
la identificación de este universal con el ‘ser’ y la esencia de las realidades
particulares; y c) el intento de explicar la realidad a partir del ‘ser’ y la
esencia de las cosas (las Ideas, en el caso de Platón, y la forma sustancial,
en el de Aristóteles).
Discrepancias
respecto de la filosofía de Platón.
En
cuanto a las discrepancias, éstas se focalizan asimismo en tres puntos: a) el
abandono de la dialéctica como saber supremo que conduce hacia el conocimiento
fundado o científico; b) la distinta concepción y valoración de la phýsis; y c) el
rechazo de la Teoría de las Ideas.
A) Abandono de la dialéctica.
Aristóteles
rechaza la dialéctica de Platón por considerar que el conocimiento que se
deriva de ella no es conocimiento de lo necesario, sino tan sólo de lo posible.
B) Distinta concepción y valoración de la phýsis.
Con
los
sofistas la reflexión en torno a la phýsis
o naturaleza había quedado desplazada del centro de atención de la filosofía.
Con Platón se va todavía más lejos, y la naturaleza ─esto
es, el mundo sensible o físico─ viene a ocupar un
segundo plano en el ordenamiento jerárquico de la realidad, por debajo del
mundo de las Ideas. Aristóteles, en cambio, hace recuperar a la naturaleza el papel
central que había desempeñado en el conjunto del pensamiento, devolviéndole a
ésta el privilegio ontológico de albergar en sí misma el ‘ser’ de las cosas.
C) Rechazo de la Teoría de las Ideas.
Ya
en la Academia se habían planteado una serie de objeciones a la Teoría de las
Ideas, las cuales fueron recogidas y analizadas por el propio Platón en su
diálogo Parménides. Aristóteles
comenzó siendo partidario de la teoría de su maestro, sin embargo, según fue
madurando en él su propio e independiente pensamiento, fue separándose
gradualmente de ella hasta que, finalmente, se opuso por completo. Para ello se
adhirió a las objeciones ya clásicas, las cuales sacan a la luz dos problemas
fundamentales de la Teoría de las Ideas: a) el de la existencia separada de las esencias o Ideas; y b) el de
la existencia de determinados tipos de Ideas que la teoría estaría obligada a
admitir como existentes.
En efecto, Aristóteles rechaza que las Ideas o
esencias estén separadas de las cosas, pues de la consideración de las Ideas
como trascendentes se derivan una serie de problemas irresolubles. En primer
lugar, con esta teoría no se consigue explicar la relación de las Ideas con las
cosas sensibles. De hecho, para Aristóteles el concepto de ‘participación’
empleado por Platón no es más que una licencia poética. Además, la tesis de que
las cosas participan de las Ideas conduce a absurdos como el que pone de
manifiesto el “argumento del tercer hombre”, incluido por Platón en su diálogo
Parménides.
Asimismo, si hay Ideas de cada cosa, como, por
ejemplo, de lo grande y lo pequeño, tendrá que haber también Ideas de
relaciones, tales como ‘mayor que’ o ‘menor que’. Ahora bien, con esto se
pierde el carácter fundamental de las Ideas, su simplicidad y unicidad. Además,
si hay Ideas de lo positivo, tendrá que haber también Ideas de lo negativo. En
consecuencia, si existen las Ideas de Belleza y de Verdad, también deberán
existir las de Fealdad y Falsedad. ¿Y qué decir de la existencia de Ideas
insignificantes o ridículas, como podrían ser las de Suciedad o Caspa?
En
definitiva, con la doctrina de las Ideas lo único que se consigue es una
duplicación de los problemas a resolver, pues a
los problemas que encontramos en el intento de explicar el mundo sensible hay
que añadir los que encontramos al intentar explicar el inteligible.
Frente
a la concepción platónica, Aristóteles sostiene que el ‘ser’ de las cosas, su
esencia, no está en las Ideas, esto es, en un mundo trascendente, sino en este
mundo, en el mundo físico y sensible.
Platón y Aristóteles; detalle de 'La escuela de Atenas' de Rafael (1510-1511)
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