martes, 27 de diciembre de 2011

La influencia platónica en el pensamiento de Aristóteles y las objeciones de éste a la Teoría de las Ideas

LA INFLUENCIA PLATÓNICA EN EL PENSAMIENTO DE ARISTÓTELES Y LAS OBJECIONES DE ÉSTE A LA TEORÍA DE LAS IDEAS
por
Peredur

Aristóteles conocía sobradamente la filosofía que se había realizado con anterioridad a su época. De hecho, a él se debe la primera recopilación de las teorías filosóficas precedentes. Es de suponer, por lo tanto, que este contacto con el pensamiento de otros autores terminara por influir de algún modo en el suyo propio. Así, por ejemplo, es destacable en su obra la influencia de la teoría de Empédocles de las cuatro raíces o elementos (tierra, agua, aire y fuego), a partir de los cuales explica Aristóteles la constitución física del mundo sublunar. En todo caso, la influencia decisiva, aquella que se encuentra en la base del pensamiento aristotélico y frente a la cual reacciona, no es otra, cómo no, que la de su maestro Platón, de cuyo pensamiento asume y critica aspectos esenciales.

Coincidencias con la filosofía de Platón.

Las principales coincidencias entre maestro y discípulo pueden reducirse a tres: a) la concepción del conocimiento científico como conocimiento de lo universal; b) la identificación de este universal con el ‘ser’ y la esencia de las realidades particulares; y c) el intento de explicar la realidad a partir del ‘ser’ y la esencia de las cosas (las Ideas, en el caso de Platón, y la forma sustancial, en el de Aristóteles).

Discrepancias respecto de la filosofía de Platón.

En cuanto a las discrepancias, éstas se focalizan asimismo en tres puntos: a) el abandono de la dialéctica como saber supremo que conduce hacia el conocimiento fundado o científico; b) la distinta concepción y valoración de la phýsis; y c) el rechazo de la Teoría de las Ideas.

A) Abandono de la dialéctica.

Aristóteles rechaza la dialéctica de Platón por considerar que el conocimiento que se deriva de ella no es conocimiento de lo necesario, sino tan sólo de lo posible.

B) Distinta concepción y valoración de la phýsis.

Con los sofistas la reflexión en torno a la phýsis o naturaleza había quedado desplazada del centro de atención de la filosofía. Con Platón se va todavía más lejos, y la naturaleza ─esto es, el mundo sensible o físico─ viene a ocupar un segundo plano en el ordenamiento jerárquico de la realidad, por debajo del mundo de las Ideas. Aristóteles, en cambio, hace recuperar a la naturaleza el papel central que había desempeñado en el conjunto del pensamiento, devolviéndole a ésta el privilegio ontológico de albergar en sí misma el ‘ser’ de las cosas.

C) Rechazo de la Teoría de las Ideas.

Ya en la Academia se habían planteado una serie de objeciones a la Teoría de las Ideas, las cuales fueron recogidas y analizadas por el propio Platón en su diálogo Parménides. Aristóteles comenzó siendo partidario de la teoría de su maestro, sin embargo, según fue madurando en él su propio e independiente pensamiento, fue separándose gradualmente de ella hasta que, finalmente, se opuso por completo. Para ello se adhirió a las objeciones ya clásicas, las cuales sacan a la luz dos problemas fundamentales de la Teoría de las Ideas: a) el de la existencia separada de las esencias o Ideas; y b) el de la existencia de determinados tipos de Ideas que la teoría estaría obligada a admitir como existentes.

En efecto, Aristóteles rechaza que las Ideas o esencias estén separadas de las cosas, pues de la consideración de las Ideas como trascendentes se derivan una serie de problemas irresolubles. En primer lugar, con esta teoría no se consigue explicar la relación de las Ideas con las cosas sensibles. De hecho, para Aristóteles el concepto de ‘participación’ empleado por Platón no es más que una licencia poética. Además, la tesis de que las cosas participan de las Ideas conduce a absurdos como el que pone de manifiesto el “argumento del tercer hombre”, incluido por Platón en su diálogo Parménides.

Asimismo, si hay Ideas de cada cosa, como, por ejemplo, de lo grande y lo pequeño, tendrá que haber también Ideas de relaciones, tales como ‘mayor que’ o ‘menor que’. Ahora bien, con esto se pierde el carácter fundamental de las Ideas, su simplicidad y unicidad. Además, si hay Ideas de lo positivo, tendrá que haber también Ideas de lo negativo. En consecuencia, si existen las Ideas de Belleza y de Verdad, también deberán existir las de Fealdad y Falsedad. ¿Y qué decir de la existencia de Ideas insignificantes o ridículas, como podrían ser las de Suciedad o Caspa?

En definitiva, con la doctrina de las Ideas lo único que se consigue es una duplicación de los problemas a resolver, pues a los problemas que encontramos en el intento de explicar el mundo sensible hay que añadir los que encontramos al intentar explicar el inteligible.

Frente a la concepción platónica, Aristóteles sostiene que el ‘ser’ de las cosas, su esencia, no está en las Ideas, esto es, en un mundo trascendente, sino en este mundo, en el mundo físico y sensible.

Platón y Aristóteles; detalle de 'La escuela de Atenas' de Rafael (1510-1511)

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