jueves, 3 de noviembre de 2022

Doce textos clave para entender el materialismo histórico a través del "Anti-Dühring" de Engels

CONTEXTOS
DOCE TEXTOS CLAVE PARA ENTENDER EL MATERIALISMO HISTÓRICO A TRAVÉS DEL ANTI-DÜHRING DE ENGELS
selección de 
Raúl Garrobo Robles

Recurriendo a un concepto que le debemos al cineasta Alfred Hitchcock, "el señor Eugen Dühring" que aparece en el título de este libro de Friedrich Engels ha quedado para la historia de las ideas reducido a mero McGuffin. Bien podría esta obra del imprescindible compañero y colaborador de Karl Marx haberse titulado Anti-McGuffin. Por tal nombre propio entendía Hitchcock la estrategia argumental, a todas luces irrelevante a efectos de totalidad, por medio de la cual arranca y se despliega la verdadera trama de una historia. Un McGuffin es tan sólo eso: una excusa para hablar de lo que realmente importa, una treta para introducir en escena lo que se pretende contar. Para mayor fortuna de su ajado hado, Eugen Dühring reaparece en la Genealogía de la moral de Nietzsche reinterpretando su papel. El pobre tipo no puede sino evocarnos las hilarantes aspiraciones que el escritor Flann O'Brien albergaba para los personajes figurantes de sus novelas, a saber, que, en beneficio de la optimización de su capital semiológico, volvieran tal cual a reaparecer en otras ficciones. Lean En Nadar-Dos-Pájaros; allí está todo dicho. Y aunque Dühring no fue un personaje de ficción, lo mismo nos da, porque lo que importa es que ─en respuesta a sus extravagantes tesis socialistas, ajenas a las pretensiones científicas del materialismo histórico, pero que, precisamente por ello, podían producir cierta brecha en el seno del movimiento─ Engels se dedicó progresivamante a publicar en Vorwärts (Adelante), el órgano del partido socialdemócrata alemán, una serie de artículos que bajo el título La subversión de la filosofía, la economía y el socialismo por el señor Dühring terminaron deviniendo en libro y, lo que es más importante, se constituyeron en el primer compendio con finalidad divulgativa de ese materialismo histórico en el que él y Marx venían trabajando ya desde largo atrás.

A continuación ofrecemos a los lectores de nuestro blog una selección de doce textos clave de esa nueva concepción de la historia en términos dialécticos, pero en base materialista, a cuyo esclarecimiento Marx le dedicó, con el apoyo de su más querido colaborador, el trabajo de toda una vida.

La traducción que tomamos como referencia es la realizada por Manuel Sacristán para la editorial Grijalbo, publicada en Ciudad de México en 1964.

Friedrich Engels (1820-1895).

SELECCIÓN DE TEXTOS

─1─
Valoración del materialismo histórico según Engels

«Los nuevos hechos obligaron a someter toda la historia anterior a una nueva investigación, y entonces resultó que toda historia sida había sido la historia de las luchas de clases, que estas clases en lucha de la sociedad son en cada caso producto de las relaciones de producción y del tráfico, en una palabra, de la situación económica de su época; por tanto, que la estructura económica de la sociedad constituye en cada caso el fundamento real a partir del cual hay que explicar en última instancia toda la sobrestructura de las instituciones jurídicas y políticas, así como los tipos de representación religiosos, filosóficos y de otra naturaleza de cada periodo histórico. Con esto quedaba expulsado el idealismo de su último refugio, la concepción de la historia, se daba una concepción materialista de la misma y se descubría el camino para explicar la consciencia del hombre a partir del ser del hombre, en vez de explicar, como se había hecho hasta entonces, el ser del hombre partiendo de su consciencia. Pero el socialismo entonces existente era [...] incompatible con esa concepción materialista de la historia [...]. El anterior socialismo criticaba sin duda el modo de producción capitalista existente y sus consecuencias, pero no podía explicar uno ni otras, ni, por tanto, superarlos; tenía que limitarse a condenarlos por dañinos. Se trataba, empero, de exponer ese modo de producción capitalista en su conexión histórica y en su necesidad para un determinado periodo histórico, o sea también la necesidad de su desaparición, y, por otra parte, de descubrir su carácter interno, que aún seguía oculto, pues la crítica realizada hasta entonces había atendido más a sus malas consecuencias que al proceso de la cosa misma. Todo esto fue posible gracias al descubrimiento de la plusvalía. Con ello se probó que la forma fundamental del modo de producción capitalista y de la explotación del trabajador por él realizada es la apropiación del trabajo no pagado; que el capitalista, incluso cuando compra a su pleno precio la fuerza de trabajo de su obrero, al precio que tiene como mercancía en el mercado, aún recaba a pesar de ello más valor del que por ella pagó; y que esta plusvalía constituye en última instancia la suma de valor por la cual se acumula en las manos de las clases poseedoras la suma de capital en constante aumento. Así quedaban explicados tanto el proceso de la producción capitalista cuanto el de la producción de capital. Debemos a Marx esos dos grandes descubrimientos: la concepción materialista de la historia y la desvelación de los secretos de la producción capitalista»; [pp. 12-13].

─2─
Las concepciones morales de la humanidad son el resultado de las condiciones históricas de producción y reflejan los intereses de la clase dominante

«[...] al ver que las tres clases de la sociedad moderna, la aristocracia feudal, la burguesía y el proletariado, tienen cada una su propia moral, no podemos sino inferir de ello que en última instancia los hombres toman, consciente o inconscientemente, sus concepciones éticas de las condiciones prácticas en que se funda su situación de clase, es decir, de las situaciones económicas en las cuales producen y cambian. [...] Para estadios evolutivos económicos iguales o aproximadamente iguales, las teorías morales tienen que coincidir necesariamente en mayor o menor medida. A partir del momento en que se ha desarrollado la propiedad privada de los bienes muebles, todas las sociedades en las que valía esa propiedad privada tuvieron que poseer en común el mandamiento moral "No robarás". ¿Se convierte por ello este mandamiento en mandamiento moral eterno? En modo alguno. En una sociedad en la que se eliminen los motivos del robo [...] sería objeto de burla el predicador moral que quisiera proclamar solemnemente la verdad eterna "No robarás". [...] toda teoría moral que ha existido hasta hoy es el producto, en última instancia, de la situación económica de cada sociedad. Y como la sociedad se ha movido hasta ahora en contraposiciones de clase, la moral fue siempre una moral de clase; o bien justificaba el dominio y los intereses de la clase dominante, o bien, en cuanto que la clase oprimida se hizo lo suficientemente fuerte, representó la irritación de los oprimidos contra aquel dominio y los intereses de dichos oprimidos, orientados al futuro. [...] todavía no hemos rebasado la moral de clase. Una moral realmente humana que esté por encima de las contraposiciones de clase, y por encima del recuerdo de ellas, no será posible sino en un estadio social que no sólo haya superado la contraposición de clases, sino que la haya además olvidado para la práctica de la vida»; [pp. 82-83].

─3─
El concepto moral de igualdad es expresión de las relaciones humanas de producción, de ahí que, para la sociedad burguesa que representa Eugen Dühring, tal igualdad se dé tan sólo entre cabezas de familia, excluyendo a la mujer

«Si, pues, un tal ideólogo [Eugen Dühring] se dispone a construir la moral y el derecho no con las condiciones sociales reales de los hombres que le rodean, sino a partir del concepto de los supuestos elementos simples de "la sociedad", [...] ¿qué encuentra en su conciencia? Sobre todo, concepciones morales y jurídicas que son expresión más o menos adecuada [...] de las condiciones sociales y políticas en las que vive; [...] y mientras cree estar proyectando una doctrina ética y jurídica para todos los mundos, está ejecutando en realidad un retrato de las corrientes conservadoras o revolucionarias de su época, deformado porque, separado de su suelo real, es como un rostro reflejado por un espejo cóncavo e invertido. El señor Dühring descompone, pues, la sociedad en sus elementos simples y descubre al hacerlo que la sociedad más simple se compone por lo menos de dos seres humanos. Con estos dos seres humanos se pone, pues, a operar axiomáticamente. Y entonces se presenta con mucha naturalidad el axioma moral fundamental: "Dos voluntades humanas son como tales plenamente iguales una a la otra, y la una no puede por de pronto imponer positivamente nada a la otra. Con esto 'se caracteriza la forma fundamental de la justicia moral'; y también la de la justicia jurídica [...]". Que dos seres humanos o dos voluntades humanas como tales son plenamente iguales no sólo es un axioma, sino que es incluso una gran exageración. Dos hombres pueden ser por de pronto, incluso como tales seres humanos, desiguales por el sexo, y este sencillo hecho nos lleva en seguida a este otro [...]: o bien la molécula social dühringiana, por cuya multiplicación tiene que constituirse la sociedad, está desde el principio condenada a la ruina, pues dos hombres no conseguirán jamás con su colaboración producir un niño, o bien tenemos que imaginar esos dos hombres como dos cabezas de familia. Y en este caso todo ese simple esquema básico se convierte en su contrario: en vez de la igualdad entre los seres humanos prueba a lo sumo la igualdad de los cabezas de familia y, como no se pregunta nada a las mujeres, prueba además la subordinación de éstas»; [pp. 85-87].

─4─
Lucha de clases

«El modo de la distribución de los productos queda dado con el modo de producción y de intercambio de una determinada sociedad histórica [...]. Pero con la diferencia en la distribución aparecen las diferencias de clase. La sociedad se divide en clases privilegiadas y perjudicadas, explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, y el Estado ─que al principio no había sido sino el ulterior desarrollo de los grupos naturales de comunidades étnicamente homogéneas, con objeto de servir a intereses comunes [...] y de protegerse frente al exterior─ asume a partir de ese momento, con la misma intensidad, la tarea de mantener coercitivamente las condiciones vitales y de dominio de la clase dominante respecto de la dominada. [...] [La crítica de la economía política burguesa] muestra que las formas capitalistas de producción e intercambio se convierten progresivamente en una traba insoportable para la producción misma; que el modo de distribución necesariamente determinado por aquellas formas ha producido una situación de clase cada día más insoportable, la contraposición, cotidianamente agudizada, entre unos capitalistas, cada vez menos, pero cada vez más ricos, y los trabajadores asalariados, cada vez más numerosos y, a grandes rasgos, cada vez en peor situación; y, finalmente, que las masivas fuerzas de producción originadas en el marco del modo de producción capitalista, y ya indominables por éste, esperan que tome posesión de ellas una sociedad organizada para conseguir una cooperación planeada, con objeto de asegurar a todos los miembros de la sociedad los medios de la existencia y del libre desarrollo de sus capacidades»; [pp. 140-143].

─5─
Las contraposiciones de clase revelan la primera contradicción de la economía capitalista: la que se produce entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción

«[...] si el llamamiento a suprimir las contraposiciones y diferencias de clases [...] encuentra hoy eco entre millones, repercute en un país tras otro, y precisamente en la misma sucesión y con la misma intensidad con que se desarrolla en los diversos países la gran industria, [...] ¿a qué puede deberse todo ello? A que [...] la gran industria moderna ha creado un proletariado, una clase que puede formular por vez primera en la historia la exigencia de suprimir no tal o cual organización de clase o tal o cual privilegio de clase, sino las clases como tales [...]. Dicho de otro modo: [...] tanto las fuerzas productivas producidas por el moderno modo de producción capitalista cuanto el sistema de distribución de bienes por él creado han entrado en hiriente contradicción con aquel modo de producción mismo, y ello hasta tal punto que tiene que producirse una subversión de los modos de producción y distribución que elimine todas las diferencias de clase, si es que la entera sociedad moderna no tiene que perecer»; [pp. 149-150].

─6─
La acaparación de propiedad privada no tiene su causa necesariamente en la violencia, sino en la acumulación de excedentes para su intercambio y en la transformación de éstos en capital

«El sometimiento del hombre a servidumbre, en cualquiera de sus formas, presupone en el que lo somete la disposición sobre los medios de trabajo sin los cuales no podría utilizar al sometido; y en el caso de la esclavitud presupone además la disposición sobre los medios de vida sin los cuales no podría mantener al esclavo. En todos los casos se presupone, pues, una riqueza que rebasa el término medio. ¿Cómo se ha originado esa riqueza? Es claro que puede ser robada, es decir, basarse en la violencia, pero también está claro que ello no es en absoluto necesario. Esa riqueza superior al término medio puede haber sido conseguida con el trabajo [...]. Es más: tiene [...] necesariamente que haber sido conseguida por el trabajo, antes de poder ser robada en algún sentido. La propiedad privada no aparece en absoluto en la historia como resultado exclusivo del robo y de la violencia. Antes al contrario: existe ya, aunque limitada a determinados objetos, en las arcaicas comunidades espontáneas [...]. A medida que los productos de la comunidad van tomando progresivamente forma de mercancía ─esto es, a medida que va disminuyendo la parte de ellos que se destina al consumo propio de los productores, y aumentando la parte que se produce con fines de intercambio─ [...], en esa misma medida va haciéndose desigual la situación patrimonial de los diversos miembros de la comunidad, va hundiéndose más profundamente la vieja comunidad [...]. Siempre que se desarrolla la propiedad privada, ello ocurre a consecuencia de un cambio en la situación y las relaciones de producción e intercambio, en interés del aumento de la producción y de la promoción del tráfico, es decir, por causas económicas. La violencia no desempeña en ello ningún papel. Pues es claro que tiene que existir previamente la institución de la propiedad privada para que el bandido pueda apropiarse bien ajeno, y que, por tanto, la violencia [...] no puede crear la propiedad privada como tal. Mas ni siquiera para explicar el "sometimiento del hombre a servicio servil" en su forma más moderna, en la del trabajo asalariado, podemos utilizar la violencia [...]. Hemos indicado ya el importante papel que la transformación de los productos del trabajo en mercancías, es decir, su producción para el intercambio, y no para el propio consumo, desempeña en la disolución de la vieja comunidad, en la generalización directa o indirecta de la propiedad privada. Marx ha mostrado meridianamente en El capital [...] que al llegar a cierto grado de desarrollo la producción mercantil se transforma en producción capitalista. [...] Todo el proceso se explica por causas puramente económicas, sin que ni una sola vez hayan sido imprescindibles el robo, la violencia, el Estado o cualquier otra intervención política»; [pp. 154-156].

─7─
El desarrollo de las fuerzas productivas permite repartir el tiempo de trabajo entre todos los miembros de la sociedad aumentando así el tiempo libremente determinado de cada uno

«[...] todas las contraposiciones históricas conocidas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, encuentran su explicación en esa productividad relativamente subdesarrollada del trabajo humano. Mientras la población que realmente trabaja está tan absorbida por su trabajo necesario que carece de tiempo para la gestión de los asuntos comunes de la sociedad [...], tiene que haber una clase especial liberada del trabajo real y que resuelva esas cuestiones, y esa clase no dejó nunca de cargar sobre las espaldas de las masas trabajadoras cada vez más trabajo en beneficio propio. El gigantesco aumento de las fuerzas productivas alcanzado por la gran industria permite finalmente dividir el trabajo entre todos los miembros de la sociedad sin excepción, limitando así el tiempo de trabajo de cada cual, de tal modo que todos se encuentren con tiempo libre para participar en los comunes asuntos de la sociedad, los teoréticos igual que los prácticos. Sólo ahora, pues, se ha hecho superflua toda clase dominante y explotadora, y hasta se ha convertido en un obstáculo al desarrollo social»; [pp. 175-176].

─8─
El papel revolucionario de la violencia

«[...] la violencia desempeña [...] en la historia un papel revolucionario; [...] según la palabra de Marx, es la comadrona de toda vieja sociedad que anda grávida de otra nueva; [...] es el instrumento con el cual el movimiento social se impone y rompe formas políticas enrigidecidas y muertas»; [pp. 177].

─9─
La acumulación del excedente del producto del trabajo y su relación capitalista con la plusvalía

«Toda evolución de la sociedad humana por encima del nivel de salvajismo animal empezó el día en que el trabajo de la familia creo más productos de los que eran necesarios para su sustento, el día, esto es, en que una parte del trabajo pudo aplicarse no ya a la producción de meros medios de vida, sino a la de medios de producción. El fundamento de todo progreso social, político e intelectual fue y sigue siendo la existencia de un excedente del producto del trabajo respecto de los costes de sostenimiento del trabajo, y la formación y el incremento de un fondo social de producción y reserva procedente de aquellos excedentes. En la historia transcurrida hasta ahora, ese fondo estuvo en poder de una clase privilegiada, que consiguió con él también el poder político y la dirección espiritual. La próxima transformación social hará finalmente social ese modo de producción y reserva, es decir, la masa total de las materias primas, los instrumentos de producción y los alimentos, al sustraernos a la disposición de aquella clase privilegiada y adjudicándolos como bien común a la sociedad entera. [...] ese fondo de producción y reserva existe efectivamente en manos de los capitalistas, [...] ha surgido por la acumulación de beneficios [...], consiste necesariamente en la acumulación del excedente del producto del trabajo, suministrado por la clase obrera a la clase de los capitalistas, sobre la suma de salarios pagada por la clase de los capitalistas a la clase trabajadora. Pero en este caso el valor no se determina por el salario, sino por la cantidad de trabajo; la clase trabajadora suministra, pues, a la clase capitalista, en el producto del trabajo, una cantidad de valor mayor que la que recibe como pago en el salario, y entonces el beneficio del capital se explica, como todas las demás formas de apropiación de producto del trabajo ajeno y no pagado, como mero elemento de esa plusvalía descubierta por Marx»; [pp. 188-189].

─10─
Fuerza de trabajo como mercancía, plustrabajo y plusvalía

«Marx estudia los procesos por los cuales el dinero se transforma en capital [...]. El simple propietario de mercancías vende para comprar; vende lo que no necesita, y compra lo que necesita con el dinero conseguido con la venta. El capitalista en cierne compra desde el principio algo que no necesita él mismo; compra para vender, y precisamente para vender más caro, para recuperar el valor en dinero puesto inicialmente en el negocio de compra, aumentado por nuevo dinero. Y a ese aumento llama Marx plusvalía. ¿De dónde procede esa plusvalía? No puede deberse a que el comprador compre las mercancías por debajo de su valor; ni a que el vendedor las venda por encima de él. [...] Si, como vimos, el trabajo como tal no puede tener ningún valor, este no es en modo alguno el caso de la fuerza de trabajo. Esta cobra un valor en cuanto que se convierte en mercancía [...]. "Para la transformación de dinero en capital, el propietario de dinero tiene que encontrar en el mercado de mercancías al trabajador libre, [...] en el [...] sentido de disponer [...] de su esfuerzo de trabajo como de mercancía propia [...]". Pero esta relación entre propietario de dinero o mercancías, por un lado, y propietarios de nada, salvo la propia fuerza de trabajo, por otro lado, no es una relación histórico-natural, ni es una relación común a todos los periodos históricos [...]. Y, de hecho, este trabajador libre se nos aparece de un modo masivo por vez primera en la historia a fines del siglo XV y principios del XVI, a consecuencia de la disgregación del modo de producción feudal. Con esto, y con la constitución del comercio mundial y del mercado mundial, que datan de la misma época, estaba dado el fundamento sobre el cual la masa de riqueza móvil existente podía transformarse progresivamente en capital [...]. Así, pues, Marx "no tiene del capital el concepto económico general, [...]; dice más bien que una suma de valores se convierte en capital cuando se utiliza formando plusvalía. [...] "El capital ─dice Marx─ no ha inventado el plustrabajo. [...] el plustrabajo, el trabajo realizado en añadido al tiempo necesario para el sustento del trabajador, y la apropiación de ese plustrabajo por otros, o sea la explotación del trabajo, es común a todas las formas de sociedad que han existido, en la medida en que se movieran en contraposición de clase. Pero el medio de producción no cobra, según Marx, el carácter específico de capital más que cuando el producto de ese plustrabajo asume la forma de plusvalía, cuando el propietario de los medios de producción se enfrenta con el trabajador libre [...] y le explota con el fin de producir mercancías. Y esto no ha ocurrido en grande sino desde fines del siglo XV y comienzos del XVI»; [pp. 198-203].

─11─
La toma del poder estatal por el proletariado supone el final de las contraposiciones de clase y, en consecuencia, de la finalidad del Estado como sistema opresor, el cual deviene superfluo

«El proletariado toma el poder del Estado y transforma primero los medios de producción en propiedad estatal. Pero con eso se supera a sí mismo como proletariado, supera todas las diferencias y contraposiciones de clase, y, con ello, el Estado como tal Estado. La sociedad existente hasta hoy, que se ha movido en contraposiciones de clase, necesitaba el Estado ─esto es, una organización de la clase explotadora en cada caso para mantener sus condiciones externas de la producción, es decir, señaladamente, para someter por la violencia y mantener a la clase explotada en las condiciones de opresión dictadas por el modo de producción (esclavitud, servidumbre de la gleba o vasallaje, trabajo asalariado). El Estado era el representante oficial de toda la sociedad, su resumen en una corporación visible; pero no lo era sino en la medida en que era el Estado de aquella clase que representaba en su tiempo a toda la sociedad: en la Antigüedad, fue el Estado de los ciudadanos esclavistas; en la Edad Media, el Estado de la nobleza feudal; en nuestro tiempo, el Estado de la burguesía. Al hacerse finalmente real representante de toda la sociedad, el Estado se hace él mismo superfluo. En cuanto que deja de haber clase que mantener en opresión [...] no hay ya nada que reprimir y que haga necesario un especial poder represivo, un Estado. El primer acto en el cual el Estado aparece realmente como representante de la sociedad entera ─la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad─ es al mismo tiempo su último acto independiente como Estado. La intervención de un poder estatal en relaciones sociales va haciéndose progresivamente superflua [...]. El Estado no "se suprime", sino que se extingue»; [pp. 277-278].

─12─
La división social de clases es consecuencia de la división del trabajo, que a su vez se debe a la insuficiencia de la producción

«La escisión de la sociedad en una clase explotadora y otra explotada, en una clase dominante y otra sometida, fue consecuencia necesaria del escaso desarrollo anterior de la producción. Mientras el trabajo social total no suministra más que un fruto reducido, que supera en poco lo exigido para la existencia más modesta de todos los miembros de la sociedad, mientras, pues, el trabajo requiere todo el tiempo, o casi todo el tiempo de la gran mayoría de los miembros de la sociedad, ésta se divide necesariamente en clases. Junto a esa gran mayoría exclusivamente dedicada al trabajo se constituye una clase liberara del trabajo directamente productivo y que se ocupa de los asuntos colectivos de la sociedad: dirección del trabajo, asuntos de Estado, justicia, ciencia, artes, etc. Lo que subyace a la división en clases es la ley de la división del trabajo. [...] Mas si de esto se desprende que la división en clases tiene cierta justificación histórica, ésta vale sólo para un determinado tiempo, para determinadas condiciones sociales. La división en clases se basó en la insuficiencia de la producción, y será barrida por el pleno despliegue de las fuerzas productivas modernas. La supresión de las clases sociales tiene efectivamente como presupuesto un grado de desarrollo histórico en el cual sea un anacronismo, cosa anticuada, no ya la existencia de tal o cual clase dominante, sino el dominio de clase en general, es decir, las diferencias de clase mismas»; [pp. 278-279].

Friedrich Engels, Anti-Dühring. La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring, versión española de Manuel Sacristán Luzón, Editorial Grijalbo, México D. F., 1964.

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