―APUNTES PARA EL BACHILLERATO―
ANAXIMANDRO DE MILETO
ANAXIMANDRO DE MILETO
El segundo de los físicos milesios es Anaximandro, apenas quince o veinte años más joven que Tales, su antecesor. Su madurez intelectual, en tal caso, hubo de transcurrir también durante la primera mitad del siglo VI a. C.
Al igual que Tales, Anaximandro también desarrolló una teoría física sobre el arché, esto es, sobre el origen y fundamento único de todas las cosas. De hecho, parece que fue él el primero en utilizar la palabra arché. Ahora bien, al contrario que Tales, Anaximandro no puede aceptar el agua ni ninguno de los elementos normalmente reconocidos ―tierra, aire y fuego― como origen y fundamento de las cosas existentes, pues no entiende cómo una sustancia particular como el agua podría engendrar otras sustancias tan desemejantes como son el fuego o la tierra. El arché sólo puede ser algo distinto de cualesquiera de los componentes del mundo de los que tenemos experiencia directa y, aun así, debe ser capaz de engendrarlos a todos. De ahí que Anaximandro designara el arché como lo ápeiron, la sustancia ilimitada e indeterminada de la que todo procede.
Anaximandro se refiere a lo ápeiron con los adjetivos normalmente utilizados para nombrar lo divino (theîon), pues de él dice que es inmortal e imperecedero, así como que todo lo abarca y a todo gobierna.
Anaximandro con un reloj solar. Mosaico romano de principios del siglo III d. C.
Para Anaximandro el kósmos se habría formado a partir de lo ápeiron por una acción de diferenciación de esta sustancia en opuestos: lo cálido y lo frío, lo húmedo y lo seco, etc. Una vez formado el mundo, cada uno de éstos opuestos reacciona frente a su contrario intentando invadir su dominio. Y así, al igual que el invierno se hace más fuerte a expensas de la debilidad del verano, cada opuesto, al adquirir mayor presencia, se nutre de su contrario. Este adueñarse de la fuerza del contrario es injusticia, pero el transcurso del tiempo invierte el proceso y restablece la igualdad para, acto seguido, comenzar de nuevo.
Siguiendo una cita muy vaga de Aristóteles y en la que éste ni siquiera nombra a Anaximandro, algunos comentaristas contemporáneos creen posible que este último llegó a sostener que la formación del mundo se habría producido a partir de un movimiento de torbellino (díne) que separó mecánicamente los opuestos en el seno de lo ápeiron. Si hemos de dar crédito a esta afirmación, Anaximandro sería el precursor de los atomistas en lo que respecta a la teoría del azar en la formación del kósmos. Sin embargo, todo apunta a que Anaximandro no llegó nuca a desarrollar esta teoría.
Nada sabemos con certeza acerca de lo que Anaximandro pensaba respecto del origen del movimiento que produce la separación de los opuestos y la consiguiente formación del kósmos. Sin embargo, es muy posible que para él lo ápeiron, siendo divino y gobernándolo todo, fuera la causa inmanente del movimiento que dio origen al mundo.
Giorgio Colli, La sabiduría griega. II. Epiménides, Ferecides, Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Onomácrito, Trotta, Madrid, 2008.
SELECCIÓN DE TEXTOS
(1)
«De entre los que dicen que es uno, moviente e infinito, Anaximandro, hijo de Praxiades, un milesio, sucesor y discípulo de Tales, dijo que el principio y elemento de las cosas existentes era el ápeiron, habiendo sido el primero en introducir este nombre de principio material. Dice que éste no es ni el agua ni ninguno de los llamados elementos, sino alguna otra naturaleza ápeiron de la que nacen los cielos todos y los mundos dentro de ellos»; [Simplicio, Física, 24, 13].
(2)
«Es él [lo ápeiron] el principio de las otras cosas, y a todas las abarca y las gobierna (como afirman cuantos no admiten otras causas además del infinito, como el Noûs o el Amor), y que es lo divino, pues es inmortal e imperecedero, como dice Anaximandro y la mayor parte de los fisiólogos»; [Aristóteles, Física, 203 b 10-15].
(3)
«El nacimiento a los seres existentes les viene de aquello en lo que se convierten al perecer, según la necesidad, pues se pagan mutua pena y retribución por su injusticia según la disposición del tiempo»; [Simplicio, Física, 24, 17].
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me ha gustado, gracias
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